En el marco del XII Congreso Argentino de Hemostasia y Trombosis, y en vísperas del Día Mundial de la Trombosis, que se conmemora el 13 de octubre, expertos del Grupo Cooperativo Argentino de Hemostasia y Trombosis (Grupo CAHT) despejaron algunos mitos respecto de esta afección.
La trombosis consiste en la formación de un coágulo en una vena (tromboembolismo venoso o TEV) o arteria que obstruye la circulación de la sangre, por lo que los especialistas destacaron la importancia de prevenir esta situación, que afecta la calidad de vida de los pacientes y puede llevar a la discapacidad e incluso a la muerte.
Si el coágulo se forma en las venas de los miembros inferiores causa una trombosis venosa profunda (TVP); si migra por el torrente sanguíneo y se aloja en el pulmón, puede causar una embolia pulmonar; si lo hace en las arterias del cerebro, un ataque cerebrovascular (ACV); y en el corazón, un infarto agudo de miocardio (IAM).
En el marco del XII Congreso Argentino de Hemostasia y Trombosis, y en vísperas del Día Mundial de la Trombosis, que se conmemora el 13 de octubre, expertos del Grupo Cooperativo Argentino de Hemostasia y Trombosis (Grupo CAHT) despejaron algunos mitos respecto de esta afección.
En la actualidad se sabe que la trombosis venosa puede afectar a personas de todas las edades, sexo, clase social o etnias. Las cifras mundiales arrojan que cada año se registran unos 10 millones de casos, que dan como resultado entre 100 mil y 300 mil muertes solamente en los Estados Unidos y 544 mil en Europa.
La cifra es tan significativa que sólo en los Estados Unidos y en el Reino Unido, aun sumando todas las defunciones por VIH- SIDA, cáncer de mama, accidentes de tránsito y cáncer de próstata, el número seguiría por debajo del total de víctimas que se cobra la TEV.
Patricia Casais, Coordinadora del Comité del Día Mundial de la Trombosis en Argentina, médica hematóloga del Centro de Hematología Pavlovsky y ex presidente del Grupo CAHT, explicó que “para que ocurra una trombosis deben darse una serie de circunstancias o factores de riesgo que provoquen la formación del coágulo”.
“No todos los factores tienen igual poder para generar una trombosis, por eso se habla de factores de riesgo fuertes, moderados y débiles[6]. La trombosis no se produce por la presencia de un único factor, deben coincidir más de uno para que ocurra”, aclaró Casais.
En cuanto a las trombosis arteriales, Andrea Rossi, presidenta del Grupo CAHT y jefa de Hematología de la Fundación Favaloro, explicó que “el ACV puede ser consecuencia de una trombosis en una arteria cerebral generalmente relacionada a factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes o hipercolesterolemia, o puede deberse a una embolia, es decir a un trombo que viaja por la sangre, proveniente por ejemplo del corazón”.
La Fibrilación Auricular (FA), una alteración muy frecuente del ritmo cardíaco, es responsable de 3 millones de ACV embólicos. Los pacientes con FA tienen 5 veces más posibilidades de tener un ACV que las personas que no tienen FA; además el ACV secundario a FA se asocia con una mortalidad del 25% a los 30 días. “Se calcula que 2/3 de esos ACV pueden ser prevenidos con un tratamiento antitrombótico adecuado.
La detección precoz de esta arritmia y el tratamiento anticoagulante adecuado permiten prevenir un gran número de ACV”, señaló Rossi. La especialista indicó que “a pesar de la eficacia y seguridad del tratamiento anticoagulante oral para evitar el ACV en pacientes con fibrilación auricular, los estudios internacionales y un registro de la Sociedad Argentina de Cardiología muestran que aún hoy, casi el 50% de los pacientes con esta arritmia no reciben tratamiento anticoagulante adecuado”. Difundir información adecuada acerca de los factores de riesgo para desarrollar una trombosis arterial, permite cambiar ciertos hábitos y realizar una consulta médica precoz para evitar una enfermedad invalidante.
Por su parte, María Ester Aris Cancela, médica hematóloga, Jefa de Hematología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, expuso sobre las situaciones que aumentan el riesgo de padecer un tromboembolismo venoso, entre las que destacó las internaciones y las cirugías son las más frecuentes y las potencialmente prevenibles.